Una ciudad contiene en su interior edificaciones diferentes. Cargadas de historia, testigos del transcurrir de los años y de épocas muy diferentes a la nuestra. Son edificios que contienen por ello un valor que los hace especialmente atractivos, inspiradores a profesionales que dirigen su atención precisamente a su carácter diferenciador, respetando sus características más relevantes y mejorando con los medios y las técnicas actuales sus interiores, casi siempre necesitados de otras lecturas más dinámicas, más abiertas.
Es muy habitual para nosotros vernos envueltos en proyectos de este tipo, desarrollos que se alargan en el tiempo, en ocasiones, para permitir avanzar con pasos seguros, para cumplir expectativas estéticas y funcionales, según quien vaya a vivir en ellas.
Mezclar, romper con la monotonía sin que por ello perdamos armonía, luz, frescura. Lenguaje personal, hay que descubrir el propio, trabajarlo.
Suelos, estructuras, paredes, puertas, algún matiz personal que las haga propias, las describa, fotografías, perfiles, vidrios. La diversidad es lo que enriquece cualquier contexto, y en un trabajo como el nuestro también.
Y ese será el acierto si llegamos a sentirnos tranquilos, alegres, aportando un poco de cada una de las personalidades que conforman las familias, preguntar por los colores, los materiales, los gustos de unos y de otros y con todo ello armonizar y dar forma a estos espacios que renacen con nosotros para albergar nuevas historias, mimarlas, acogerlas y protegerlas.
Por loidi Etxarri Interiorismo…