La armonía, la salud, la abundancia, el bienestar, son valores positivos, y merecería toda una vida trabajar en ellos al ritmo de nuestra propia evolución. Posibilitar el flujo de energía, o lo que sería lo mismo, sentirnos conectados a la vida y vivirla, es un objetivo diario, y si nos mantenemos atentos en su práctica, mejorarán nuestras vidas, nuestras relaciones y nuestro entorno.
No somos casi conscientes de los bloqueos energéticos que nos provoca alejarnos de ella, viviendo grandes periodos de tiempo confusos, sumergidos en unas realidades complejas y diversas de las que inevitablemente tendremos que aprender. Tratando de obtener en el mejor de los casos y tras profundas reflexiones, cuantas conclusiones sean posibles para seguir adelante en el camino y en los escenarios de nuestras vidas.
Si no existiera el desorden, no conoceríamos el orden, y en la búsqueda de ese equilibrio, trazando líneas, nos encaminamos en nuestros proyectos a poner en práctica lo aprendido, no sólo profesionalmente, sino aportando también cuanto hay de nosotros mismos, armonía o discordancia, concierto, luz…
Cuando vemos una imagen en Instagram, en Pinterest, o disfrutamos de los ambientes de un viaje que realizamos, hay algo que nos atrapa, que nos atrae, y en el hecho, hay un sinfín de aspectos que son clave para que nos capturen y empaticen con nosotros. Algunos de ellos, para identificarlos, deberán de ser propios, formando ya parte de nuestra esencia y de nuestras características personales. Pero otros muchos tendrán que ver con estímulos externos, intereses de mercado, económicos, aspectos culturales y educacionales de los que bebemos a diario sin ser casi conscientes de la relevancia que tienen en nuestras vidas. Y responsables en muchas ocasiones de la elección de caminos que a diario hacemos en ellas.
Es orden… es armonía… es belleza… es amabilidad… es arte… es bienestar… es familia… cordialidad… hay mucho de todo ello si un espacio nos detiene para sentirnos hipnotizados unos segundos. Prestar atención al poder que ejerce en nosotros una imagen sencilla y reposada, comprender lo necesario para que de una distribución no personalizada, tras el estudio, resulte un espacio limpio, personal y meditado, será un valor interesante en el desarrollo de la profesión, aportando el contenido que ayude a sentirse bien a las diferentes personas que requieren nuestra atención.
Al margen de gustos y de estilos, siempre que terminamos un trabajo, y me detengo sola a observar, percibo un ambiente sereno y bello, en el que los materiales y las formas establecen una lectura global particularmente personal, y en cuyo lenguaje hay líneas ya escritas y otras aún por escribir, que tendrán que ver con la historia particular de quien las habite.
… Por Loidi Etxarri Interiorismo…